domingo, 1 de junio de 2008

Uno más

Muchas veces traté de comprender que las cosas ya están establecidas, y con un gran esfuerzo intento aprovechar lo habitual. Me resigno a los cambios, me conformo con imaginarlos. Estuve así de tranquila hasta que conocí a Mariano…
Iba yo por la vereda caminando y contando las baldosas cuando me lo encontré. Era alto y sereno. Por un momento pensé que podría legar a ser mudo o extranjero porque me resultaba imposible que pudiera hablar.

Así nos fuimos conociendo muy de a poco. Mariano tenía a gran capacidad de escuchar, en realidad era lo único que hacía, y nos entendíamos muy bien, las palabras no hacían falta. Nos empezamos a manejar con señas… sí, con señas, aunque a veces intervenía alguna que otra notita escrita para comunicarnos…
De hecho los gestos son mucho más románticos, creo yo, tienen la música del silencio y eso ambienta mucho mejor la escena.

Nos fuimos a vivir juntos, y hacíamos todos juntos, él hasta se cambió de carrera para estar conmigo.
Pero la verdad… no he dicho algunas cosas… las obvié porque me preocupa mucho…no, no estaba todo tan bien como dije, ni yo estaba tan segura… había algo que me molestaba y se interponía todo el tiempo entre nosotros… su sombra. Cuando la conocí me propuse aceptarla, sabía que iba a estar ahí presente todo el tiempo, hasta pensé que podía funcionar de mediadora cuando nos peleáramos, pero después, fue metiéndose demasiado en el asunto…
Empecé a sentirme perseguida, nunca teníamos un momento a solas. Sólo podía lograr que se fuera cuando apagábamos la luz. Hubiera dado cualquier cosa para vivir nuestro amor a plena oscuridad.
La convivencia de a tres se hizo insoportable, día tras día vivía pendiente de esa figura oscura que se dibujaba luego Mariano, me daba vergüenza mostrarme como era, y hasta empecé a sentir que estaba en presencia de dos extraños.

Mariano con sus gestos habituales me abrazaba pensando que no lo quería más, pero no era eso…
Un día me desperté y decidí deshacerme de ese estorbo. Probé muchas maneras, muchas eh?, pinté el piso de la casa de color negro, llevé a Mariano a hacerse ver con un especialista en dobles, pero nada, cada vez que pensaba que todo había terminado otra vez ese intruso. Intenté, bah, no pude, pero suena mejor decir que si, enamorarme de esa sombra, aunque no funcionó, no me gustan los hombres dependientes…
Mariano se fue. Sí, de un día para el otro. Me dejó o tal vez nos dejó porque no se llevó su sombra, no sé si ella se quiso quedar. Estuvo conmigo un tiempo, la ignoraba, pero ella firma en donde mi amado hubiera estado.

Una noche, cuando volvía de trabajar, entré a casa y encontré la sala oscura, había una mesa, dos velas dibujadas en la pared y nuestras sombras juntas sentadas de la mano.Todavía estoy pensando si Mariano se fue realmente

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