domingo, 6 de julio de 2008

Habían caminado ya cuatro largas cuadras, la lluvia comenzaba a rebelarse, pero ellos, sin paraguas ni abrigo no habían dejado de hablar todo el camino. Él tenía cosas de su vida que contar, en realidad era un tipo que buscaba la aventura y las cosas viejas para resucitarlas, esas que ya nadie prefería elegir. Ella lo escuchaba e intentaba todos los roces posibles, aceleraba el paso para alcanzarlo uno centímetros y sentir su remera contra el codo hacerle cosquillas. Decía cosas, también hablaba de ella y desmenuzaba detalles novedosos que pudieran sorprenderlo. Quería detenerse en algún pequeño hall donde no hubiera demasiado espacio y besarlo en silencio, pero eran ideas difusas que sólo acompañaban sus pasos mojados.
Se acercaba el momento de separarse, él a su casa, ella a la parada de su colectivo. La esquina del fin cada vez era más cercana y la gente la atravesaba apurada mientras esquivaba charcos, para ella era el trampolín al después y no quería tirarse porque sabía que luego se enfrentaría con la nada.

La lluvia los había mojado ya tanto. Él se detuvo y la saludó con un beso en la mejilla, ella también, pero antes estuvo un momento mirándolo a los ojos…Cada uno siguió su pequeño camino individual. Él se dijo “tendría que haberla besado…”, ella se dijo “no me besó… ahora viene la nada…”

1 comentario:

Anónimo dijo...

La próxima vez te beso! Así combatimos la nada juntos... Querés?