En la vida hay dos voces, hay dos silencios, hay dos preguntas, hay dos respuestas, hay dos intentos, hay dos iniciativas, hay dos reflexiones, hay dos pasos, hay dos movimientos, hay dos temores… en la vida hay dos: estamos inmersos frente a dos: por un lado nosotros y el adentro: llamada la Dimensión 1 (que abarcaría la mente y todos los procesos mentales), y en el otro extremo el afuera y los otros: llamada la Dimensión 2 (que abarcaría las relaciones sociales y con el mundo exterior).
Estas dos dimensiones son dos realidades, dos realidades que el hombre debe tener claramente identificadas desde su nacimiento, porque la vida que le resta consta justamente de combinarlas, alternarlas, pero principalmente reconocerlas.
Ésta concepción que resulta conocida, incorporada y sobre todo científica, era el principal problema de Alcides.
Alcides nunca pudo darse cuenta en cuál de las dimensiones estaba inmerso, y eso no hacía más que causarle dificultades en su comportamiento habitual. Vivía confundido.
Alcides ahora está parado en una esquina. Espera el colectivo, o un taxi. Mira para todos lados pero nada. La gente pasa y lo mira a él, pero él se mira a sí mismo y no encuentra nada que pueda llamar la atención.
Desde la mañana que viene escuchando una voz que lo llama, que le avisa algo medio intrascendente pero que es importante escuchar. Cuando estaba en su casa cambiándose y la escuchaba se dio cuenta que se trataba de la Dimensión 1, pero ahora que salió a la calle duda un poco.
Sigue esperando el colectivo. Es lunes pero hay poca gente. La voz otra vez. Una voz aguda e insoportable que lo incita a hacer algo. De pronto se da cuenta que puede parecerse a la de su madre. Pero recuerda, su madre se murió hace diez años. No es ella. Otra vez la tranquilidad. Está frente a la Dimensión 1. Debe ser un recuerdo, dice, se dice para sí mismo, porque si lo dijera en voz alta entraría inmediatamente en la Dimensión 2. Y la verdad no quiere andar de dimensión en dimensión, es un poco peligroso cruzar los límites sin conocimiento de causa.
Ya no quiere seguir esperando, ni siquiera sabe a dónde va. Tiene el día libre, Ernesto, el jefe, le dijo que se quedara a descansar, que no es tan importante su ausencia.
Entonces camina. Camina aburrido y sin rumbo. Por la esquina del frente viene acercándosele Fabiana, la chica linda de la boutique, habla hasta por los codos. Se detiene y le sonríe. Alcides en la Dimensión 1 se dice que no tiene ganas de saludarla y que si por él fuera se iría corriendo sin darle explicación. Sin embargo se queda en la Dimensión 2 y la saluda con un beso en la mejilla. Hablan un buen rato de cosas parecidas a las telas, cosas que no conoce en absoluto, pero tiene ganas de perderse en los ojos negros de la chica. Mientras la chica habla le habla otro…
Alcides se da vuelta pero no hay nadie. Nadie está cerca como para hablarle. Ya no es la voz parecida a la de su madre, ésta es rara, suena a metal, o a tarro oxidado. La chica le sigue hablando contenta, como si hubiera descubierto alguna cosa importante. Alcides comienza a confundirse de dimensión, se marea y empieza a temblar. Fabiana lo mira sorprendida. La voz sigue y sigue, suena fuerte y cada vez más cercana. Ahora se está pareciendo a su propia voz. Siente cómo la voz lo envuelve y sobrepasa lo que le está diciendo la chica. Ésa voz tiene protagonismo pleno y le está diciendo algo. De pronto se da cuenta que es una reflexión. Se da cuenta que merece ser escuchada, aunque no distinga bien de dónde proviene.
Cuando piensa de nuevo está caminando por la cuadra del frente y ha dejado a Fabiana sin despedirse. Un mínimo momento ha perdido toda conexión con la realidad y la Dimensión 1 y 2 se han fundido para ser neutrales, o ha sucedido algún fenómeno extraño que sin explicación ha comprobado algo: el individuo puede desconectarse de ambas dimensiones cuando llega al grado más extremo de confusión con respecto a éstas, caso de Alcides.
La voz que oía ha cesado y continúa caminando. De pronto encuentra una fecha, un número que indica un año, es un cartel…., no, es la altura del consultorio del dentista al que debe ir la próxima semana, pero esa fecha no está en ningún lado, sino en su cabeza, fácil reconocimiento de la Dimensión 1.
Hay dos claras maneras de representar las dimensiones: “Piensa” corresponde a la Dimensión 1, “Ve, escucha” corresponde a la Dimensión 2. El problema radica principalmente en que la persona no sabe darse cuenta fácilmente de éstas maneras de identificarlas, no al menos Alcides.
Continúa caminando, piensa que puede ir al bar de César, siempre se encuentra con alguien ahí. Si fuera así veríamos directamente la representación de la Dimensión 2, las relaciones con los demás.
Dobla en una esquina. Otra vez la voz. Se da vuelta. Nadie. Nadie en los alrededores. Ésta voz no se parece a la de él ni a ninguna otra, se parece a ella misma. Le dice algo. Se detiene y hay una mujer a su lado. Ésta lo mira y le habla, pero no coincide con la voz que le estaba hablando hace un momento. No puede escuchar dos voces al mismo tiempo. La mujer le pregunta la hora y lo mira. La voz le dice otra cosa. Él contesta la voz de la Dimensión 2 y comprueba que probablemente la voz que ha venido escuchando en todas sus formas es simplemente parte de la Dimensión 1. Pero llegar a ésta conclusión es grave porque podría suceder que esté desequilibrado o paranoico o que tenga alguna de esas enfermedades que lo hacen a uno distinto. No lo sabe. Lo sospecha.
Llega al bar de César y lo saluda. Le ofrece lo de siempre, el café con las medialunas de ayer. Alcides elige sentarse bien al fondo. Donde no haya nadie. Quiere enfrentarse con esa voz de una vez por todas, y no quiere que haya relación con la Dimensión 2, por eso es mejor no hablar con ninguna persona.
Elige la mesa con dos sillas y busca el diario que hay arriba de la mesa de al lado. Se relaja. Mira por la ventana. Gira la vista y hay alguien que lo mira. Al frente hay una mujer sentada en una mesa tomando una cerveza que lo mira. Tiene aspecto de artista porque está vestida de colores y tiene un sombrero exótico en la cabeza. En realidad lo debe mirar porque ha encontrado algo de arte en su presencia, piensa, pero no debe sentirse atraída por él.
Alcides se encuentra plenamente en la Dimensión 1, está pensando muchas cosas y sintiendo otras, descubre algo, para acceder a la Dimensión 1 siempre debe pasarse por la Dimensión 2, es decir, los otros y el afuera generan las cosas dentro nuestro, es inevitable y necesario que ambas existan, son interdependientes y se retroalimentan.
La mujer lo sigue mirando, pero de vez en cuando hojea un libro. Él se siente inhibido. Quiere que termine esa situación tensa e incómoda en que no es posible despegarse de la atención del otro.
César se acerca y le deja el café con las medialunas, le sonríe y se va. Ve que se detiene en la mesa de la mujer y habla unas palabras, la mujer le muestra el libro y César niega algo con la cabeza al leer el título. Otra vez, se activa la Dimensión 1 a través de la 2 porque ha observado algo que quiere analizar interiormente. Piensa, deben ser amigos y él le dice que ese libro es malo, o demasiado bueno como para que lo esté leyendo tan livianamente, sin embargo ve, después de haber dejado unos segundos de contemplar la situación, que César le da un beso en la boca, se miran y ella le ofrece un trago de cerveza. Piensa otra vez, César tiene novia nueva, y ella me miraba porque me vio en alguna foto con él. Comprueba una vez más, pero con más certeza, la Dimensión 2 tiene el absoluto poder sobre la 1, en realidad tendrían que tener otra jerarquía, todo lo que suceda modifica en un instante nuestros pensamientos y hasta nuestras estructuras mentales, llegan a depender de tal forma del afuera, que la primera existe sólo en relación a la segunda.
César se acerca a Alcides y le comenta sonriendo que esa mujer es una amiga francesa recién llegada de Europa y que tiene la costumbre de besar a la gente en la boca, una costumbre culturalmente adquirida de la que él no reniega. Otra modificación. El afuera una vez más rige las seguridades propias.
Alcides teme, teme porque le produce furia la simple idea de perder el control propio dejándose llevar por los otros. Quiere posicionarse en su Dimensión 1 y no permitir ser absorbido con la 2.
Otra vez la voz.
César se ha ido y la mujer ha pagado la cuenta o está en el baño, porque Alcides se perdió por un momento en la Dimensión 1 y no pudo estar presente en la 2 y la mesa está vacía, con la cerveza a la mitad.
La voz no es como la última que escuchó. Cuando venia pensando ya con seguridad que se trataba de su Dimensión 1, un hombre detrás de él justo casi en la nuca le habla. Se da vuelta, y se desilusiona, ésa era la voz que había escuchado hace unos momentos. El hombre le ofrecía unos objetos extraños e inservibles, supuestamente para la cocina. Era un vendedor. Alcides le agradece y decide irse, no ha tocado las medialunas y el café se le ha enfriado. Sale rápido y apurado, no quiere toparse más con la Dimensión 2.
Por eso se dirige a su casa. Piensa encerrarse en una habitación donde no haya posibilidad de que interfiera el afuera.
Ahora está solo. Lo único que lo rodea son objetos. Sus objetos. Nada nuevo por cierto, nada que pueda modificar lo que ya sabe y conoce. Alcides se pasa las manos por la cara, está exhausto, está cansado de no haber hecho nada, de haber desperdiciado la mañana, el tiempo le pesa. Se queda dormido.
En la Dimensión 1 también entrarían los sueños. Ésta instancia sería como un producto de lo visto y vivido en la Dimensión 2. Hay como un intento de “collage” con los retazos del afuera y de los otros que se incorporan en alguna composición extraña en el interior, y la constitución de la mente del individuo, y hasta en el modo de soñar, porque eso también está condicionado por la Dimensión 2. El proceso que se realiza necesita de la fusión de las dos dimensiones, porque mientras una trabaja la otra le proporciona los elementos para que funcione. Una es actual y se inventa a sí misma, y la otra es pasada y ya construida.
Alcides se despierta con mucha hambre. Se da cuenta que no ha podido experimentar la soledad para encontrase con su interior. Ahora es tarde porque están tocando el timbre. Rápido y apurado abre la puerta. Es Juana, la vecina y su amiga. Lo mira sorprendida, ¿porqué todos lo miran y sorprendidos?
Él la hace pasar con desgano. No quería enfrentarse con la Dimensión 2 al menos por unas horas. De pronto su amiga se sienta sin permiso y comienza a llorar. Parece que el novio la ha dejado. Piensa, lo miraba sorprendida pero no por lo que él tuviera, sino porque estaba pensando en ella misma. Toda ésta situación genera una reflexión más en Alcides. Los otros, que corresponderían a la Dimensión 2, forman parte también de la Dimensión 1 porque tienen un interior y unos pensamientos propios, y más allá de ésta obviedad, él forma parte de la Dimensión 2, porque es otro para los demás. Es decir, el individuo tiene dos funciones, ser uno y ser el otro.
Cuando ve a Juana llorando y la consuela, y la ayuda y le habla, se está dando cuenta que cambia estados en ella, y que está funcionando meramente como la Dimensión 2, es un afuera que modifica la Dimensión 1 de ella.
Ya es de noche. Alcides escucha la voz mientras intenta dormirse. Ha comprendido que es parte de la Dimensión 1 y que tendrá que aprender a convivir con ella. La voz le dice siempre lo mismo: Alcides, estás adentro, yo estoy afuera...
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