viernes, 16 de abril de 2010

Todo se parece a la noche

Cerró el último libro que leería. Ahora a vivir.
Todavía resonaban las voces de sus viejos alumnos en la sala vacía. La enorme biblioteca de la facultad sin él se vería más grande, nadie limpiaría el polvo ni revisaría los espacios vacíos de la repisa con un interrogante absurdo. Sin embargo, ya no tenía nada que hacer ahí. Durante algunas noches reflexionaba mientras la araña del techo tejía y llegaba a la conclusión de que los viejos deben hacer otra cosa, si era posible, nada de lo que habían hecho hasta ahora.

Una y otra vez acariciaba el pañuelo de seda en su bolsillo y era un placer incomprensible para cualquiera que intentara entenderlo, se parecía mucho a la lluvia sobre sus ojos o tal vez a los cabellos de Silvia. El pañuelo, un objeto, estaba siempre ahí, a su lado y no lo cuestionaba, tenía vida, mucha más de la que tenían los otros. En esos instantes sus sentidos se resumían en un efecto y no necesitaba nada más que ese pañuelo.
Abandonar y abandonarlos, no abandonarse y dejarse abandonar, esa era la situación implícita y explicita para el ex profesor de letras. De letras y de números aunque nadie lo supiera porque a escondidas también contaba los días, los meses y los años, y así siempre estaba más tranquilo. Debía irse, pero ya habían pasado dos horas y el maletín continuaba abierto con esa postal de Alejandría en vista nocturna que llevaba a todos lados. Era un destino invisible como le decía a cualquiera que la admirara. Mirar no le bastaba, era un sentido incompleto no comparable al pañuelo de seda, hacía falta ir.

Fue por eso que tomó el avión para sentir. Nunca supo que sería tan difícil abandonar el mundo propio. Para un profesor de letras todos los lugares son ajenos sino no están escritos. Una imagen no alcanzaba. Debía también leerse. El viaje fue largo y durmió. Al llegar, rodeado de caras sombrías pero interesantes, comenzó a escribir, o quizá, si nos alcanzan las palabras, comenzó a escribirse.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy lindo... soy un profesor de letras, entonces!! (bah, todavía me falta)