Se habían olvidado que estaban peleados, no había tiempo para recordarlo.
Por la vereda pasaban banderas con chicos, que no es lo mismo que decirlo al revés
y el sol… siempre el sol, ahí, único.
Era hermoso porque los gritos de emoción no eran reprimidos, por eso invadían las calles y a nadie le molestaba escucharlos.
Sonrió una vieja porque recordó que estaba viva.
La melodía del silencio explotaba con cada emoción, era la orquesta de todos.
Ese es el fútbol, ese motivo para estar juntos, cómo nos olvidamos de estar juntos mientras vivimos… qué lejos quedan los abrazos cuando los resultados se han desvanecido
Esta vez el técnico se quedó solo en el estadio hasta que la última luz se apagó, imaginaba que aún seguían jugando sus hijos, porque no eran jugadores, eran sus hijos que jugaban a ser campeones.
Un silbato colmó el vacío, era la hora
Unos papelitos de los hinchas estaban embarrados pegados a la suela de su zapato.
El cielo terminó de oscurecerse y hacía tanto frío… qué incierta se ve una cancha sin pasión.
El técnico lloraba, sus hijos habían crecido
Ahora alguien tendría que volver a nacer.
sábado, 3 de julio de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)